La ultima y nos vamos

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viernes, 25 de febrero de 2011

Muero porque no muero

Sucio, muy sucio. Había caminado hasta donde sus pies lo habían permitido, entre espinas, entre lodo, pero no había salvación, su alma aún era de hielo y amenazaba con invadir varios órganos, los pulmones, el hígado, corazón y cerebro, estos serían los últimos que harían que su vida terminase con insoportable dolor. Pero el dolor, -jaja- el dolor no le importaba, hacía ya mucho tiempo que el dolor era parte de su vida cotidiana, al despertar y al dormir, ya no sabía específicamente que era lo que le dolía, solo sabía que tenía dolor y la costumbre le había hecho no adaptarse, sino aceptarlo, solo así podía seguir viviendo.


Respiró lenta y profundamente, lejos de la resignación se sienta en el suelo para pensar. Se mira sus muñecas, hay muchas cicatrices en ellas, -intentos fallidos de llegar al paraíso- diría el, y a cada intento casi sentía que lo lograba, pero algo pasaba, extrañamente alguien quería que siguiera con el sufrimiento terrenal, malo para el, pero algún día conseguiría burlarlo y se liberará y entonces no mas dolor, no mas cárcel, no mas muerte, ni vida.

De pronto una imagen llegó a su mente, si, ya estaba todo resuelto, volaría, no había pierde ni retorno, por fin se liberaría, esbozó una sonrisa y se acostó en el suelo, a dormitar y dormitar y dormir… y morir, de cansancio. La vida le daba la espalda y la muerte la bienvenida, finalmente el alma se había calentado, no más hielo, el alma caliente, inmensa, derretida descansa, se condensa, da la vuelta, hace presión y se escapa como el aire, rápida como el viento, para caer finalmente en otro cuerpo, uno tierno, nuevo e inocente, aún no define el dolor y pasará mucho tiempo antes de que lo sepa de verdad, que suerte, la muerte me llama y la vida me arrebata, tal vez alguna vez me guste todo este proceso, mientras “muero porque no muero”.

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